jueves, 26 de marzo de 2009

"Sexo, mentiras y cintas de vídeo"

Gran y tramposa película. Inicio de una carrera brillante para su director y guionista. Apreciable en su pequeñas escenas y grande en su historia. Este título siempre me gustó y ahora me viene asociada a un trayecto matutino en tren camino de Barcelona. Era por la mañana en un período entre el sueño y el hambre, tres parejas repartidas por el mismo vagón, me hacen recordar el título de la película. Hay más gente, pero parece que sólo yo me doy cuenta de lo que ocurre. Demasiadas caras, demasiados rostros pero todos miran a los lados, a sus propios menesteres. Observo el vagón, las tres parejas y esto es lo que asocio:
"SEXO", pareja que se acaba de conocer, aún parece desmaquillados, ella voluminoso escote, él se muestra encantador. Ella se abalanza sobre él y lo besa. Él intenta arrastrar su mano sobre la espalda de ella. Ella le coge la mano y se la introduce en el escote. Él sonríe. Ella marcha al lavabo. Él escribe un mensaje en el móvil. Vuelve a sonreir. Ella vuelve y empieza de nuevo todo el juego de seducción. Una continuación, una segunda o tercera parte de algo que acaba de empezar y a su vez inicia su final.
"MENTIRAS", otra pareja de jóvenes. Se hablan, discuten, se silencian. Él le dice algo a ella. Ella sonríe. Intenta calmar su dolor. Él la intenta abrazar. Ella lo rechaza. Le dice algo. Él se queda parado. ¿Qué le ha dicho?. No se miran. No se escuchan. Se abandonan. Se separan. Desaparecen el uno de otro, el uno en el otro. Se convierten en nada. En silencios, en mentiras...
"CINTAS DE VÍDEO", una pareja de unos 60 años. Hablan y recuerdan. Sonríen y miran alrededor. Sus maletas de viaje, el vagón. La ausencia de una preocupación laboral, que se convierte en secreto. Una mirada. Una dulce mirada. Un simple abrazo. Un deseo. El beso. Recuerdan y vuleven a recordar. No tienen futuro. Ya lo conocen. No les asusta y prefieren envolverse de pasado, de enunciados de lo vivido. El ayer como presente y el presente como futuro. Vuelven a imaginarse jóvenes. Miran sus maletas. Observan el viaje. Se desean.

Renfe, dirección Barcelona. Son las 11:45h. Va con retraso, pero esa tardanza no es nada para ninguna de esas parejas. Ya que su tiempo es inmortal, es diferente al real. Como el de Renfe.


2 comentarios:

Ricardo dijo...

Qué bueno tenerle de vuelta, se echaban en falta sus observaciones de la realidad en clave cinéfila. Cuídesemele

Alfredo Ruiz Sánchez dijo...

Siempre me ha gustado imaginar cosas cuando iba en el tren para Barcelona o desde Barcelona. Veía a la gente y me imaginaba de dónde venía, a dónde iba, qué pensaba... Claro que eso me duraba poco y una vez salidos del túnel de Sant Andreu me ponía a mirar el paisaje de fuera y ver mis pensamientos de dentro.

A ver si te llamo, que el otro día no te pude coger el teléfono.

Un abrazo.