martes, 9 de diciembre de 2008

"Atrapado en el tiempo"

Esta entrada se preveé breve. Breve, porqué ha sido un pensamiento matutino, en el momento de ir a comprar cuatro cosas para la semana. Breve porqué han acudido a mi mente, la idea y la película, en un segundo, como si fueran estrellas fugaces. Me explico. Al salir de casa y dirgirme al mercado, he visto el día, oscuro, triste, melancólico, apagado y me ha recordado a cuando estudiaba en el colegio o en el instituto, estos días que no salíamos al patio, que no correteábamos por el cemento al aire libre de la pista de basquet del cole y nos quedábamos en clase, haciendo lo que no se podía hacer en clase: Jugar, Gritar, Comer, Correr o Dar collejas a los compañeros después de jugar al "sota, caballo, rey". Me han venido esos recuerdos y, por un instante, me he visto en él, cuando era niño y, luego me ha venido otra idea, curiosa, también, sobre los días grises, cuando acudía el sustituto de turno, porqué el profesor se había puesto malo (o no) y no podía hacer clase. Esos días también eran tristes o melancólicos como los de hoy. Y me he visto sentado en el pupitre, escuchando al sustituto (que podía ser conocido o no), sin hacer nada, ya que no nos aportaba nada y me he visto preguntándome, ¿por qué? Esos días que no hacíamos nada, o, mejor dicho, que hacíamos lo que no tocaba, ya que a veces con el sustituto, hacíamos otras asignaturas u otros ejercicios o nos pasabamos la clase discutiendo. Y, justo en ese momento, en el que ya no estaba paseando, sino que, recordaba las vivencias del pasado escolar, me ha venido un flash del semáforo de peatones, cambiando a verde y me ha venido la escena del despertador de Bill Murray y el día de la marmota de "Atrapado en el tiempo" y la idea de unirlos en una nueva entrada. No ha ocurrido nada, pero sí que ha venido un pensamiento que deseaba escribir. Tal vez, sea eso, que en ocasiones no pasa nada pero en esa nada ocurre todo.

2 comentarios:

Alfredo Ruiz Sánchez dijo...

Gran película esta. Ahora mismo también está nubladoy hace un frío de la leche. Y también me acuerdo de esos días lluviosos en que no salíamos al patio. A mi me gustaba porque rompía la monotonía diaria. Mira tu, el salir al patio me recordaba a veces a las prisiones, cuando los presos pueden salir de sus celdas. Sin embargo, por absurdo que parezca, el permanecer en clase me daba sensación de cierta libertad, como de no estar atrapado en el tiempo cotidiano. A veces ocurren cosas especiales que rompen la rutina y eso nos hace sentir vivos, aunque sean nimieades como comerse el bocata en el mismo pupitre en el que hacías los ejercicios de mates.

Un abrazo.

maginelmago dijo...

El patio como cárcel, con su mallas de metal y sus fococ: "¡Esto es una cáaaaarceeeel", dijo cierto compañero, semanas antes de conseguir su objetivo: dejar el cole. Es un poco "Evasión o Victoria".
Eran días curiosos, que a mí me entretenían, cuando venía un sustituto ocasional. Sí que aprendía algo aquellos días: que la visión del profe oficial no era la única. Y cuando volvía el profe oficial aprendía otra cosa: que él es el que mandaba, y no lo que había dicho el sustituto, así que ni sus ejercicios ni sus debates serían tomados en consideración.

De todos ellos, había un sustituto total... Él.