lunes, 17 de noviembre de 2008

Los Inmortales

Pocas películas me han impactado tanto como ésta. Su calidad con el paso del tiempo, no sé cual será. Su estilo narrativo, seguirá siendo tan moderno y biopic, como antaño, pero hay (o hubo) algo de ella que sigo guardando y me acompaña. Espero algún día no perder la cabeza por ello. La cita a dicha película, va en referencia a los reencuentros que tenemos con personas queridas y que apreciamos, pero que por circunstancias de la vida, no vemos o el contacto es casi inexistente. Esos momentos de reencuentro en que las palabras surgen solas y se encadenan, sin forzar la conversación, son mágicos. No es una simple narración de sucesos, sino es una idea, son actos que fluyen entre los dos. Estos momentos, cuando se producen o se produjeron, en el encuentro del sábado, me hacen recordar la película, ninguna escena en concreto, pero si el título de la misma. Han pasado los años, ha pasado el tiempo, y las vidas han cambiado, pero todo sigue igual entre los dos. Las circunstancias han variado nuestros conceptos de la vida, los trabajos nos han alejado de otro tipo de preocupación más mundana (por decir algo y sin faltarle al respecto), pero los dos seguimos igual. Nada ha cambiado. Te crees, por unos instantes, inmortal, como en la película que puedes haber nacido en la escocia medieval y no saber si moriras, antes de que acabe el siglo XX. Inmortal, así me sentí, durante unos instantes y, supongo, que no he sido el único que alguna vez, se haya sentido así, al quedar con alguien que hacía mucho tiempo que no sabía nada de él o de ella y que al recuperar ese momento, ha visto, como las circuntancias,el entorno, sí ha cambiado, pero la relación entre los dos, sigue estando como cuando os conocisteis, igual que siempre, como si la música de fondo fuera la canción de Queen que pasea por la película que encabeza esta entrada.

2 comentarios:

Unknown dijo...

un encuentro que te hace sentir inmortal puede venir precedido por el recuerdo de un encuentro anterior que se produjo en una época cuya autenticidad se ha perdido hoy en parte. La persona es la misma y devuelve a nuestra alma esa autenticidad perdida; sí,pero indeleble en nuestra interioridad. En esos momentos somos inmortales porque estos trascienden al espacio y al tiempo. A nada están sujetos, y nos alivian del permanentemente sabernos atados a nuestra humana condición...

Alfredo Ruiz Sánchez dijo...

Encontrame de nuevo con alguien con quien no he tenido contacto en lustros me da un no-se-que. No se en vuestro caso, pero en el mío es sentirte extraño, pero vivo a la vez. Es cierto que parece como si no hubiera pasado el tiempo en ciertas cosas, pero en otras somos diametralmente distintos a como fuimos la primera vez que nos vimos. Sin embargo es cierto, la esencia de la amistad, como el alma, es inmortal y ahí debe agarrarse como a clavo ardiendo dos personas que se reencuentran de nuevo.

Nunca me ha pasado (creo) pero tengo experiencias cercanas. Por suerte, tu y yo seremos inmortales en cuanto a nuestra amistad. Demasiado hemos pasado juntos como para no seguir alimentándola cada día (aunque sea a través de los blogs) y dejar que se marchite.

Un abrazo muy grande.